viernes, febrero 15, 2008

Tiempo perdido


Poco o nada importa ya si hice lo correcto o no. Tampoco interesa si decidiste bien o mal. El punto es que casi nunca hiciste caso sobre lo que realmente era necesario o importante.
Entre una sonrisa y otra hacías la finta, y yo creyendo que duraría para siempre. La verdad estoy decepcionado, pero prefiero no ahondar en el tema, tal vez termine peor.
Debería culparte por hacerme pasar los peores momentos de mi vida, o por detener mi crecimiento emocional; pero no mereces ni siquiera eso, ni ese honor, ni esa pizca de reconocimiento, prefiero decir que ahora no eres nada (y ojalá me trague ese cuento algún día).
Me siento fuerte, aunque a muchos les encanta la idea de verme débil... ¡como si estuviera derrotado! No les daré gusto.
No eres nada, nada... y ojalá así llegue a sentirlo en los próximos minutos, mañana, la próxima semana, el mes entrante, el próximo año, o los lustros que me quedan por vivir... si es que vivo.
No tenías derecho a golpearme de esa manera, y yo te lo permití; el culpable soy yo, nadie más que yo.. yo.. yo.. yo... ¡tú!
¿Que importancia tiene ya si decido no saber nada de ti nunca más? Si de todos modos te me cruzarás en el camino (aunque te empeñes en decir lo contrario), y yo seguiré jurando que no eres ni las cenizas del fuego ya apagado.
¿Para qué gastar mis palabras? Insensato, ingenuo... imbécil! ¿Para qué me haces perder el tiempo si al final todo lo harás mal?
Bien merecido tengo el castigo, el castigo... latigazo... la bendición.
Ya te fuiste, gracias a Dios... ojalá alguien llene tu vacío, y el mío que yace.