viernes, enero 13, 2006

Fuera de la inconciencia

Se podría decir que ayer recuperé la conciencia. Después de casi una semana de mezcolanza mental... La verdad es que no tenía ganas de nada, mis intenciones no distaban mucho de optar por la vida vegetativa, y de quedarme en cama tan sólo respirando y pensando hasta iniciar el sueño eterno. La verdad es que nisiquiera era consciente de que en estos últimos días había bajado cinco kilos... y felizmente eso nadie lo sabe hasta ahora (espero no tener problemas de hemoglobina). En fin... Así como te cuento querido amigo, se puede decir que ayer recuperé la conciencia.
Los ojos claros de siempre y la sonrisa tierna de costumbre me avisaron que ya debía haber despertado de mi trance voluntario, y así fue. Decidi hacer a un lado el delirio y quedarme con la realidad.
Alcancé su voz y me avisó de las malas noches que había pasado sin mi presencia. Afortunadamente todavía le sobraba perdón para brindarme.
Sus suaves besos recorrieron mis labios nuevamente y su calor me reconquistó. No hubieron explicaciones, nadie las pidió, al parecer ambos sabíamos nuestros deseos disimulados tal vez por el orgullo. Un abrazo, otro beso... recordar las promesas en pie, avivar nuestros sueños juntos, y el silencio curador del uno frente al otro; la contemplación del ser amado sin mayores remilgos, el disfrute de la otra presencia, el aliento cálido y sincero, las palabras fuertes y claras, y el susurro escondido de un te quiero. Todo ello conjugó en nuestro retorno. Ahora seguimos juntos. No sé lo que pasará, pero me temo que esta vez será distinto.

jueves, enero 12, 2006

Escucha tu corazón.

Ahora que lo pienso, en no pocas oportunidades le he dado la oportunidad a mi corazón para que -luego de equivocarse varias veces- no termine tropezando con la misma piedra. No son pocas, pero tampoco sé cuántas. A pesar de todo, mi corazón todavía no aprende.
Ayer traté de hablarle, pero él no entiende palabras. Intenté decirle lo afortunado que sería si termina aceptando esa persona que desde hace mucho intenta conquistarme y de la cual yo me corro. no tuve éxito.
Luego quise explicarle las bondades de mantenerse solitario y sin compromisos, pero él prefirió ocuparse de pensar todavía en los fantasmas del pasado... en fin, me dije, seguramente todavía necesita madurar. Debo ser testarudo para estar pensado en darle una nueva oportunidad. Y la verdad no sé qué hacer. Hay una persona muy buena que desde hace mucho quiere estar conmigo, es más, ya le acepté, pero si no me equivoco fue sólo de palabra, porque en la realidad la siento distante, aunque esa persona me acompañe noche a noche hasta estar exhausto. TEmo engañarle, y temo decepcionarle. Pienso en terminar de una vez para no causarle más daño cuando deba decirle que no podemos seguir juntos... y no me atrevo.
Mientras tanto, mi corazón sigue allí aletargado, esperando en el limbo de sus pensamientos que ese fantasma del pasado se materialice y quiera de nuevo volver a intentar algo... de seguro -pensará mi cansado músculo cardíaco- que si esta vez le da la oportunidad a esa persona ella ya no se equivocará... y ¿cómo hago para convencerle de lo contrario? No sé si deba, y no sé si pueda. La verdad es que a estas alturas ya no sé nada. Pienso en dejarme arrastrar por la corriente hasta despertar en algún precipicio... espero haber traído el paracaídas... Laura Pausini me habría dicho: "escucha tu corazón", pero en este caso es él quien quiere oídos para sus desvelos.