miércoles, febrero 01, 2006

Iluso empedernido

"Iluso empedernido busca alguien que no le falle". Ásí debería titularse el aviso que pienso poner en el diario para salir de este apuro (y no es broma, aunque así lo suene). No cabe duda que el corazón nos trae cada vez más ajetreos, cada vez más apuros, cada vez más tropiezos... cada vez más desilusiones, y se sigue enamorando.
Será que no me atrevo a decirte que tu mirada me hiere, y por eso lo escribo.
Sé que nunca leerás esto, porque no sabes de la existencia de este sitio, pero igual traslado mi temor en estas palabras, con la esperanza de que con ellas se vaya lejos y nunca más vuelva.
Tal vez dirás que estoy atormentado. Y no sé qué decir; tal vez sí. Pero igual, tu mirada me hiere.
No soy capàz de mirarte a los ojos porque veo a traves de ellos los buenos momentos que pasamos, el poco amor que nos dimos en su momento, las contadas veces -con dedos de sobra- que tuvimos la oportunidad para demostrar nuestros sentimientos. El sólo recordarlos me duele, y me da miedo aceptar que todavía te sigo queriendo. Lo que más me molesta es saberlo y no poder remediarlo.
Quisiera tener la posibilidad de deshacerme de estos sentimientos, pero sin sentir (valga la rebuznancia) que daño a alguien con ello. Sin embargo, hasta ahora no hallo la fórmula para enmendar este error.
En más de una ocasión te dije que no deberíamos juntarnos, y a pesar de nuestras acertadas suposiciones, nos empecinaste en hacerlo. Me pediste una oportunidad, supuestamente tenías la seguridad de no fallarme, y yo recuerdo haberlo preguntado una y otra vez: "¿Todo está listo para empezar?", y ¿para qué?. El final fue el mismo que yo me suponía y el dolor incluso más intenso porque yo ya imaginaba lo que podía pasar desde un primer momento.
No cabe duda que calaste muy hondo en mí durante poco tiempo, y ahora no puedo volver a empezar. Demás está decirte que todavía tengo llena la carpeta con todos tus mensajes, a los cuales les debe faltar espacio para las telarañas, pero les debe sobrar unos cuantos megabytes para atrapar mis lamentos. Tal vez cualquier día de estos me animo a escribirte un último email donde recoja todos esos mensajes que nunca leíste. Tal vez algún día me anime a enviarte ese mensaje y después pegarle un tiro a mi iluso corazón, para que deje de seguir sintiendo. No importa si lo reemplazo por una piedra, lo único que quiero es no tenerte aquí dentro por más tiempo. ¿Sabes algo? Quiero mi libertad, ya es tiempo que me lo devuelvas.
Ahora dejo de escribirte, pero no porque no tenga nada más por decirte, sino porque ya las lágrimas vuelven a llegar a mis pupilas. Te quiero..., y a lo mejor también te odio.

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